En las universidades mantenemos vivo todo lo que los hombres hemos aprendido tras muchas generaciones de trabajo y producción intelectual y científica. Conservarlo activo, es decir, comprendiéndolo, es parte importante de nuestra misión. Somos la memoria comprensiva de lo que hemos llegado a saber en todos los campos. Esa lucha contra el olvido ciertamente improductiva, inútil dirían muchos, se ha mostrado el mejor procedimiento para generar novedades creativas y para abrir el futuro de nuestras sociedades.
La universidad tiene hoy la misión de formar a los profesionales que necesitan nuestros sistemas productivos y de servicios. Por este motivo, la empleabilidad de nuestros estudiantes es una meta crucial. Sin embargo, si nos limitamos a formar profesionalmente, por muy bien que lo hagamos, lo que supimos decaerá en el olvido y se detendrá la generación de conocimientos nuevos.
Por eso nuestro fin no se reduce solo a formar a los profesionales del futuro, sino a ciudadanos capaces de preservar comprensivamente su pasado, al tiempo que inventan creativamente su futuro. Debemos impulsarles en su desarrollo como ciudadanos con pensamiento crítico, con amplitud de miras, con inquietudes intelectuales y capacidad de participación. Así se hacen viables no solo nuestros sistemas de convivencia, sino también sus sistemas productivos, insostenibles a medio y largo plazo sin personas expertas pero conscientes de nuestro deber y necesidad de cuidar a los demás y al mundo.
En el caso de la Universidad CEU Cardenal Herrera, además, tenemos que formar a los jóvenes que libérrimamente deseen formarse como cristianos y universitarios a la altura de su fe y de su tiempo, y lo hacemos con el gozo de transmitir un legado imperecedero.
En todos estos sentidos la universidad es, desde hace ya siglos, la patria de la juventud.
Dr. Higinio Marín Pedreño
Rector
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